martes, 19 de noviembre de 2013

Ulises en la poesía

Arrepentido Ulises
Creyéndolos humanos privados de su imagen
te rogué que les dieras su primitiva forma,
el eco de las risas, el sabor de las lágrimas,
el gozo de la amable conversación nocturna
brillando como hoguera que el temor ahuyentaba.

No quiero haber expuesto tantas veces la vida,
que el dolor hizo larga, para ver en sus ojos
dibujarse la burla o escuchar sus engaños.

Devuélveles, oh Circe, sus figuras de cerdos.
Juan Antonio Olmedo
Se trata de un monólogo dramático en forma de poema puesto en boca de Ulises. Como sabemos al final, pero podemos prever por lo que va contando, se dirige a Circe que, a sus ruegos, ha devuelto la forma humana a sus hombres.
Se ven tres partes en este poema:
La primera es el recuerdo de su petición a la hechicera para que retornara a sus compañeros a su forma original. Con ese retorno no solo les ha devuelto la forma, también la capacidad de reír, llorar o conversar, características todas ellas propias de los humanos.
En la segunda se muestra contrariado. Con la vuelta a la forma humana sus hombres también recuperaron aspectos que no le son tan gratos: la capacidad de burla y de engañar. Ulises está cansado, ha expuesto varias veces la vida y ello le ha provocado mucho dolor. Sus compañeros no parecen sentir lo mismo y se burlan, se ríen y engañan. Esto le ofende y le hace no tener empatía hacia ellos.
En la tercera y última Ulises se muestra arrepentido y pide a Circe que los vuelva a convertir en cerdos.
Escrito en versos alejandrinos sin rima, el título es suficientemente explicativo del tema que se va a tratar.
Es una reelaboración de la figura de Ulises. Sus aventuras lo han cambiado. Ulises es un hombre lleno de dolor y sufrimiento que no siente empatía por los humanos, por sus compañeros, inconscientes reidores y engañadores. Es mejor que sean cerdos, con un cerdo uno sabe a qué atenerse.



Ulises navegando
Distanciada por años y batallas
y estratagemas y navegaciones,
Ítaca se diluye en la memoria
de Ulises, que en la popa, pensativa-
mente mira el efímero recuerdo
de espuma que la nave deja al mar.

Se van desvaneciendo las murallas
de la ciudad, los templos soleados,
aquel dorado olor de la vendimia;
los rostros frecuentados están ya
descompuestos en ojos, y sonrisas
y pómulos confusos, que no logra
agrupar su memoria.
 Ítaca apenas
es algo más que un nombre; sólo un nombre
en el que la esperanza se encastilla.
Miguel d’Ors


Poema de rima irregular y rima asonante por momentos, lo más llamativo en él son sus encabalgamientos.
Ulises en la proa de su barco va dejando atrás la espuma, como los hombres van dejando atrás los recuerdos. E igual que la espuma se va diluyendo en la mar y va desapareciendo, también los recuerdos. El encabalgamiento del verso cuatro personifica la popa del barco, igualándola al pensamiento de los humanos.

En la segunda parte del poema se hace un recuento de los últimos recuerdos que Ulises aún conserva de su patria, tan lejana, y ve cómo se van desencajando de su memoria, como cada vez le cuesta más configurar el cuadro de la memoria, como ese cuadro va desapareciendo de su mente. Ni las imágenes, ni los olores (recordados con una sinestesia) permanecen. Ítaca se ha convertido casi exclusivamente en un nombre, un nombre en el que se guarda la esperanza de la vuelta.

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