viernes, 11 de octubre de 2013

Relaciones entre el discurso publicitario y literario a través de la historia

Al hablar de la relación entre publicidad y literatura a lo largo de la historia habría, primero, que acordar qué se entiende por publicidad, puesto que, actualmente, está asociada a la publicidad comercial, es decir,  a la difusión productos para facilitar su venta.
La publicidad comercial aparece en el siglo XIX con los medios de comunicación de masas (radio, televisión, periódicos...). Antes de esta época, no podemos hablar de publicidad, sino de propaganda.
La propaganda es de origen religioso, es un sistema de propagación de la fe. Se empleó también en política, como medio de difundir las virtudes de un líder o un rey desde tiempos muy antiguos.
En la Edad Media, el arte tuvo un gran componente propagandístico. La literatura, por ejemplo, tuvo una función publicitaria, de propaganda, evidente. La vida de santos y los milagros de la Virgen fueron utilizados por Gonzalo de Berceo para beneficiar al monasterio de san Millán no solo como lugar religioso, también económicamente. 


Desde antiguo, ha habido obras que cantaban la gloria de una familia noble. Tenían, evidentemente, además de otros, valor propagandístico. La Eneida de Virgilio pretendía emular a las obras de Homero, pero también elevar a categoría de descendiente de dioses al emperador Octavio. El héroe de la obra es Eneas, padre de Julo, fundador de la gens Julia, a la que pertenece Octavio. Eneas es un troyano hijo de la diosa Venus. De esta manera, Octavio pasa a ser descendiente de dioses y de troyanos, una genealogía incomparable para el primero de los emperadores romanos y que justificaba el por qué estaba llamado a serlo.
Desde que Carlos Marx expusiera sus teorías, una pléyade de escritores, en poesía y en novela, trataron de plasmar sus ideas en obras literarias. El triunfo de la revolución soviética hizo de este tipo de literatura la oficial en la URSS a partir de 1917. Hasta que en 1989 los estados socialistas fueron cayendo uno tras otro, se impuso en ellos un tipo de literatura propagandística sobre la lucha del proletariado. Escritores a sueldo del Estado hacían esta labor, aunque los lectores no fuesen conscientes de que eran "obras por encargo", obras propagandísticas a mayor gloria del régimen.


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